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IHCantabria participa en el proyecto CABARET, en el que se busca la mejora de los sistemas de alerta temprana ante las amenazas naturales
Las amenazas naturales han afectado y afectan con virulencia a las costas de los países asiáticos, acumulando numerosas pérdidas humanas y económicas. Bajo el paraguas de estos hechos, el proyecto CABARET ha sumado en los últimos tres años las capacidades de universidades e instituciones educativas de diez países con un objetivo claro: mejorar la capacidad de los estados de ese continente para dar respuesta y prevenir las consecuencias de ciclones, tsunamis, tormentas, inundaciones…, es decir, optimizar los llamados sistemas de alerta temprana.
Los investigadores del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria (IHCantabria) Ignacio Aguirre Ayerbe y María Merino han participado, junto a otras cinco universidades de Reino Unido, Bulgaria, Malta y Letonia, y nueve de Sri Lanka, Myanmar, Maldivas, Indonesia y Filipinas, en esta iniciativa cofinanciada a través del programa europeo Erasmus+. Acrónimo de “CApacity Building in Asia for Resilience EducaTion”, CABARET ha servido para fortalecer la cooperación regional ante amenazas cada vez más globales y en las que Asia es muy vulnerable, ofreciendo un “know-how” útil y trasladable a las poblaciones en riesgo, además de los productos más puramente científicos.
Los sistemas de alerta temprana son fundamentales para tratar de “minimizar las consecuencias humanas, económicas y ambientales de los desastres naturales”, pero su complejidad es grande debido a que integran muchas fases -detección, predicción, análisis, toma de decisiones, medidas de respuesta y comunicación- e implican a diversas agencias e instituciones. “No es solo un problema técnico, sino sobre todo de planificación, coordinación y concienciación”, apunta Ignacio Aguirre Ayerbe.
Ciencia “al rescate”
Con ese horizonte, “hemos impartido cursos y organizado talleres con las universidades asiáticas para reforzar los vínculos que tienen con las agencias de gestión de la emergencia y así poder mejorar sus sistemas de alerta y su resiliencia ante las amenazas”, explica María Merino. Ignacio Aguirre Ayerbe añade que también hubo ocasión de entrar en contacto con la población local para “detectar sus necesidades reales”, actividades que “han sido una de las partes más interesantes y productivas” del proyecto.
Otra parte importante del trabajo ha sido un análisis de si el conocimiento que tienen las universidades y el que necesitan las agencias se pueden coordinar, elaborando guías para promover intercambios de personal entre ambas.
Por otra parte, se ha descrito en un artículo científico una metodología para analizar la disponibilidad y eficacia de sistemas de alerta temprana multi-amenaza (SATMA) en los países asiáticos mencionados, “comparándolos con estándares internacionales como los de la Organización Meteorológica Mundial”, explica Merino. “Lo que hemos visto, y creemos que puede ser extrapolable a otros países, es que lo relacionado con la detección y predicción de los fenómenos naturales está muy desarrollado, pero no tanto cómo tomar las decisiones y cómo transmitirlas a las comunidades locales”. “Algunos países han trabajado más una parte que otra y pueden establecerse líneas de colaboración entre ellos para aprender unos de otros”, apunta la investigadora.
El proyecto arrancó en octubre de 2016 y ha incluido seis grandes reuniones de seguimiento en varios países. La institución coordinadora ha sido la Universidad británica de Huddersfield.
Después de un desastre, la experiencia facilita avances en el diseño de sistemas de alerta temprana, tal y como ocurrió tras el tsunami de Indonesia en 2004 para el caso concreto de estos fenómenos costeros. El objetivo de proyectos como CABARET es que la investigación y el conocimiento se traduzcan en una mejor preparación de instituciones y población para poder afrontar estas amenazas de la mejor forma posible.