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El estado de la biodiversidad en las aguas continentales europeas: primero recuperación, luego estancamiento
Un estudio a largo plazo, en el que ha participado personal investigador de IHCantabria, muestra que la recuperación de la biodiversidad fluvial en Europa se ha estancado desde la década de 2010. Sus resultados han sido publicados recientemente en la revista científica Nature
Los invertebrados acuáticos (por ejemplo, insectos) constituyen una comunidad biológica muy diversa que juega un papel clave en el mantenimiento de las redes tróficas de los ríos y, por tanto, también en la conservación de los servicios ecosistémicos que las sociedades humanas obtienen de estos ecosistemas (por ejemplo, autodepuración del agua y pesca deportiva). La biodiversidad de los invertebrados acuáticos constituye un indicador fundamental para conocer el estado de conservación de estos ecosistemas y su evolución a lo largo del tiempo. El artículo publicado recientemente en Nature analiza la evolución temporal, a gran escala, de la biodiversidad de las comunidades de invertebrados en los ríos europeos.
En ese artículo constan los resultados de una investigación desarrollada por un gran equipo internacional, liderado por Peter Haase (Senckenberg Research Institute) y Ellen A. R. Welt (Smithsonian’s Conservation Ecology Center), en el que participaron José Barquín Ortiz, Mario Álvarez Cabria y Francisco J. Peñas Silva, del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria (IHCantabria). El trabajo de este equipo internacional ha permitido reconocer la gran importancia de los programas de seguimiento de la naturaleza a largo plazo, los que posibilitan evaluar el efecto de la actividad humana, así como de las actuaciones de restauración y conservación en la biodiversidad acuática y los ecosistemas fluviales.
Entre los impactos más relevantes que afectan a los ríos, cabe destacar la concentración de contaminantes de diversa tipología, el exceso de sedimentos por erosión acelerada de la cuenca, el aumento de la salinidad del agua dulce, los efectos de las presas y otras infraestructuras hidráulicas, el desarrollo de especies invasoras y el efecto del cambio climático. En respuesta a la degradación de los ríos europeos, durante varias décadas se aplicaron medidas de conservación y restauración, como promueve la Directiva Marco del Agua (DMA). Estas medidas han contribuido, en muchos casos, a mejorar el estado ecológico de los ríos europeos. Desafortunadamente, la cantidad, diversidad y el grado de impacto de los factores de estrés continúa aumentando, por lo que los ríos europeos siguen degradados en muchos lugares.
Junto con un gran equipo internacional, los investigadores de IHCantabria analizaron 1.816 series temporales, con más de 26.000 muestras recopiladas entre 1968 y 2020, en 22 países europeos, entre las que se encuentran las recogidas en los ríos de Picos de Europa y la cornisa cantábrica por el equipo de IHCantabria desde el año 2012. Los análisis muestran incrementos significativos en la biodiversidad de las comunidades de invertebrados hasta el año 2010. Sin embargo, como matiza Jose Barquín, este estudio ha demostrado que el aumento de la biodiversidad se dio principalmente entre 1990 y 2010 y, lamentablemente, ha permanecido más o menos constante desde entonces. El estancamiento de la tendencia observada sugiere que las inversiones en actuaciones de gestión llevadas a cabo en décadas pasadas no son suficiente para la recuperación de los ríos europeos en la actualidad. El estudio evidencia que el actual coctel de presiones e impactos aderezados con los efectos del cambio climático puede llevar al traste las tendencias positivas conseguidas por las inversiones ambientales de las últimas décadas.
Por lo tanto, se puede concluir que aún queda mucho para llegar a una recuperación los ríos europeos. Esto incluye el incremento de las inversiones en medio ambiente para mantener y ampliar las infraestructuras de saneamiento, poniendo especial énfasis en la eliminación de micro-plásticos y nuevos contaminantes, así como la reducción de la entrada de sedimento, fertilizantes, herbicidas y pesticidas desde tierras agrícolas y forestales, la conexión de las llanuras aluviales con el río así como la mejora de los bosques de ribera, y la adaptación de los ríos a las futuras condiciones climáticas e hidrológicas. José Barquín Ortiz, Mario Álvarez Cabria y Francisco Peñas Silva agregan que la única forma de conocer la recuperación efectiva de estos ecosistemas, su biodiversidad y los servicios que prestan a la sociedad humana, con el fin de priorizar actuaciones efectivas, es el mantenimiento de redes de seguimiento a largo plazo, en las que se recojan datos biológicos y ambientales de manera armonizada y simultánea, en diferentes lugares del planeta.
Se puede acceder al contenido completo del artículo científico publicado en Nature, a través del siguiente enlace: https://www.nature.com/articles/s41586-023-06400-1
La biodiversidad en los sistemas fluviales de 22 países europeos aumentó significativamente durante un período comprendido entre 1968 y 2020, pero esta tendencia se ha estancado desde la década de 2010. En la imagen, uno de los puntos incluidos en la red de seguimiento de ecosistemas fluviales dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa. Foto: IHCantabria.
Los invertebrados, como esta efémera, son indicadores importantes para el seguimiento de la calidad del agua. Foto: Senckenberg.
El equipo de investigación analizó 714,698 observaciones de 2,648 especies provenientes de 26,668 muestras, como la que recoge el investigador Mario Álvarez Cabria en el río Bulnes, dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa. Foto: IHCantabria.