Ayuda en la implementación de la Directiva Marco del Agua

La promulgación de la Directiva Marco del Agua (DMA) en el año 2000 genero un punto de inflexión en el modelo de gestión del agua en Europa. Su implementación práctica supuso, y sigue suponiendo, numerosos retos, entre los que podemos citar: la interacción entre diferentes disciplinas y ámbitos de aplicación, la introducción del concepto del estado ecológico de las aguas como objetivo ambiental o la incorporación de la participación pública en la elaboración de los planes hidrológicos de cuenca.

“Mejorando la calidad de las aguas y de los ecosistemas acuáticos”

El resultado es un proceso de planificación hidrológica en el que los planes de saneamiento, abastecimiento, sequía y riesgo de inundaciones, se codean con los planes de gestión de los espacios naturales protegidos o el régimen de caudales ecológicos, y en el que los invertebrados bentónicos o las macroalgas aspiran a ser tan protagonistas como el caudal del río o la capacidad de los embalses.

Dentro de este nuevo marco, el Gobierno de Cantabria, en colaboración con IHCantabria, llevó a cabo una serie de trabajos dirigidos al estudio de los recursos hídricos, la redacción de planes de abastecimiento y saneamiento y la identificación de presiones e impactos en las masas de agua. Un elemento clave de todo el proceso, ha sido, sin ninguna duda, la puesta en marcha en 2005 de la “Red de Control de Calidad del Litoral de Cantabria”, que ha contribuido, considerablemente, a mejorar nuestro conocimiento sobre la calidad del agua y las comunidades biológicas de los estuarios y aguas costeras de la región. Esta mejora del conocimiento ha ido en paralelo a los avances que se han derivado de otras políticas de conservación y gestión, como la evaluación de los efectos del vertido del Prestige en nuestras costas, la redacción de los planes de gestión de los espacios de la red Natura 2000 o las evaluaciones del stock de los recursos marisqueros y pesqueros. Las alteraciones que se están produciendo en las condiciones climáticas y oceanográficas, unido a los cambios en la abundancia y distribución de algunos de nuestros recursos biológicos más valiosos (sirva como ejemplo la regresión de ciertas comunidades de macroalgas en el Cantábrico), hacen que estas redes de control adquieran, aún si cabe, mayor relevancia.

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